Lo mejor y lo peor de la VANLIFE.
Sí, sí, ya sé que las RRSS son, sobre todo, momentos de la vida donde cada uno de nosotros muestra su felicidad.
Y que, después, están todos los otros momentos en que hacemos lo que podemos.
Pues, con la idea de vivir en una Camper o, lo que ahora llamamos Vanlife, pasa lo mismo.
Porque, después de llenar las RRSS de fotografías mostrando que vivir en una Camper es la felicidad suprema, ha llegado el momento de hablar de los momentos donde también se hace lo que se puede.
Así que, prepárate para leer:
Lo mejor y lo peor de la VANLIFE.
O, lo que es lo mismo, hablarte de lo que significa viajar con una Camper de la forma más sincera, autocrítica y realista pueda.
Empecemos por lo peor, para acabar con buen sabor de boca y dejarte con ganas de probarlo si no lo has hecho ya.
– La ropa, acumular ropa sucia días y días. Abrir la bolsa donde la guardas y sorprenderte con olores que ni en tus peores pesadillas pensabas que existieran. Ir contando braguitas y calzoncillos para no quedarte sin. Reciclar camisetas y calcetines hasta que salen corriendo. Y, por fin, llegar a un Camping o a una lavandería, lavarlo todo y que la lavadora te lo encoja, te lo tiña de un color o no le acabe de sacar estos olores desconocidos.
– La comida, días y días de ensaladas y pasta hervida. No poder hacer un sofrito para alegrar el día. Comprar día si día también por la falta de espacio. Tirarte de los pelos cada vez que te toca pensar qué comer y acabar comiendo lo mismo que ayer y que mañana.
– El espacio, vivir rodeado de calcetines a medio usar, toallas con olor a humedad, zapatos, gafas, libros y mapas. Tener un sitio para cada cosa y que te falten sitios o te sobren cosas. Vivir con ello sin morir de un ataque de nervios. Hacerte una infusión, beberte 2 copas de vino e intentar aprender a pasar. Leer y ser zen o como mínimo respirar hondo y salir a pasear.
– La relación con la persona con quien viajas, chocarte con el otro continuamente. Necesitar un rato para ti y no encontrar el momento. Esconderte, cerrando los ojos, pensando que si tú no miras el toro no te ve. Querer huir de la Camper. Necesitar un kit kat. Marcharte a dar una vuelta y volver cuando ya es oscuro.
– Lugares donde dormir, polígonos industriales, atajos al lado de la autopista, lugares alzados con el ‘rum rum’ de los coches de fondo, calles de urbanizaciones, aparcamientos en gasolineras, lugares que parecen vertederos, aparcamientos de pueblos y ciudades. Abrir los ojos y encontrarte en medio del ‘sarao’.
– Moverte o pararte, escaparte demasiado pronto, no cultivar la paciencia de ver llover, volver a casa a la primera de cambio, conducir kilómetros y kilómetros buscando una perfección que no existe.
Y ahora, lo mejor de la vida en la Camper. El azúcar de la vida.
– La ropa, llevar poca, la mínima para que quepa en un cajón. Levantarte sin pensar, estirar la mano y vestirte con lo mismo que llevabas ayer y que también llevarás mañana y pasado mañana. Ir cómodo, sin casar colores ni estilos. La ropa para taparte, abrigarte o ir bien fresco. Y nada más.
– La comida, ahorrarte comidas pesadas, cocinadas maratonianas y tiempo de fregar y recoger. Comer fresco, sano y ligero. Ahorrarte horas de cocción, fritos y mucha carne. Hacer de las comidas sencillas un arte y un placer.
– El espacio, ‘achucharte’, ‘arrumacarte’. Reconectar con quien convives durante todo el año. Compartir momentos intensos bien juntos, no tener espacio para esconderte. Mostrarlo todo, tal y como eres. Descubrir a quién tienes al lado. Saber qué es importante y el resto dejarlo atrás.
– La relación con los que viajas, quererse mucho, respetarse más y pensar en el otro igual o más en uno mismo. Hablar, hablar y hablar para no acabar estirándote de los pelos.
– Los lugares donde dormir, hacer de cada espacio el jardín de tu casa. Encontrar un paraje en medio del bosque, un prado o una playa para estar solos. Pararse. Llenarse una copa de vino. Cortar un trozo de queso y saber que hoy, esta es tu casa.
– Moverte o parar, pararte, conocer, sentarte en una terraza un día y otro y otro. Mirar cómo llueve. Disfrutar de los días de sol. Hablar con el vecino. Comprar pan en el horno. Cenar en el bar del pueblo y conocer al camarero. Y, cuando ya lo has hecho todo, moverte y cambiar, para volver a pararte.
I tú,
¿has experimentado la vida en una Camper?
¿Qué crees que es lo mejor y lo peor de la Vanlife?
¿Me lo cuentas?
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